miércoles, 13 de septiembre de 2017

Plazo de entrega caducado.

El huracán Irma no se inscribió en el censo. No le interesa la burocracia, sino la destrucción sin papeles. Se tomó la Voluntad de Poder demasiado en serio y ahora muerde por placer, como un perro rabioso que no ve más allá de sus espumarajos. Son miles de corrientes confluyentes en un mismo centro (quizás centro no sea la palabra más adecuada), corrientes que destruyen sólo en grupo. Son como niños enfadados. El llanto como arma de destrucción masiva.

Los huracanes tienen dos características principales: por una parte, son inherentemente nihilistas, aunque no entiendan a Nietzsche; por otra, construyen sólo escombros. Son pésimos arquitectos y cuando realizan proyectos, la esquizofrenia sólo traza rayajos. Los huracanes sólo hacen ruido y aparecen de forma aleatoria. Son arbitrarios por naturaleza y giran alrededor de su sinsentido, que cuanto más grande más rápido giran. Incitan curiosidad, estudio y teorías. En cierto sentido, son como un buen libro cuya ficción se ha vuelto peligrosa.

Cajas de cartón para opiniones de papel. Joder, cuánto ruido.



lunes, 4 de septiembre de 2017

Esto no es una jaula.


La gente se va a la cama pensando en mi, intentando adivinar lo que estoy haciendo en ese preciso instante. Ven doble en la oscuridad borrosa y lloran por dentro, porque las alturas dan más miedo cuando se ve el suelo. Pero se está calentito ahí arriba. Recuerdan mi mirada tragicómica y no saben si han visto a Dios o a un amigo infiel. Mi jaula es su casa y su cárcel, pero siempre están invitados. Limpio los restos de mierda y orín para darles un sitio donde sentarse. Nunca dudan, porque dudar es hacer, aunque a nadie le guste admitirlo.

Algún día escribiré una canción que se llame "Me dan miedo las alturas pero no quiero bajar porque se está calentito". Tendrá un estribillo pegadizo y hablará de barrotes y de esquinas polvorientas. Va a salir en la radio, justo después del informativo matutino, o el de la tarde, lo mismo da. Llamarán discográficas, cadenas de televisión  y casas de libros. Cantaré en playback y beberé champán directamente del ano de Paris Hilton. Algún día aplaudirás cuando salga en la tele y me rasque la nariz delante de tus hijos.