miércoles, 13 de septiembre de 2017

Plazo de entrega caducado.

El huracán Irma no se inscribió en el censo. No le interesa la burocracia, sino la destrucción sin papeles. Se tomó la Voluntad de Poder demasiado en serio y ahora muerde por placer, como un perro rabioso que no ve más allá de sus espumarajos. Son miles de corrientes confluyentes en un mismo centro (quizás centro no sea la palabra más adecuada), corrientes que destruyen sólo en grupo. Son como niños enfadados. El llanto como arma de destrucción masiva.

Los huracanes tienen dos características principales: por una parte, son inherentemente nihilistas, aunque no entiendan a Nietzsche; por otra, construyen sólo escombros. Son pésimos arquitectos y cuando realizan proyectos, la esquizofrenia sólo traza rayajos. Los huracanes sólo hacen ruido y aparecen de forma aleatoria. Son arbitrarios por naturaleza y giran alrededor de su sinsentido, que cuanto más grande más rápido giran. Incitan curiosidad, estudio y teorías. En cierto sentido, son como un buen libro cuya ficción se ha vuelto peligrosa.

Cajas de cartón para opiniones de papel. Joder, cuánto ruido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario