martes, 24 de diciembre de 2019

Ain't it Funny

Octopus in a straight jacket
Savage with bad habits
Broke serving fiends
Got rich became a addict

En mi vida había escuchado algo tan bestia. Las gaitas del infierno de "Ain't it Funny" suenan como arañazos en el tímpano y no amaina su efecto perturbador con las escuchas, amontonadas una encima de otra como bolsas de basura que caen con peso y salpican. Me suena a eso: a basura, pero celestial. Es una sensación extraña que algo tan sucio, que apesta a aliento roto y a sudores secos, pueda provocar una sensación de plenitud así. Me siento un poco enfermo cada vez que la escucho y la disfruto. Es como drogarse. Este tema es lo más cerca que he estado de meterme speed, creo. 

Nose bleeds red carpets
But it just blend in
Snapping pictures
Feeling my chest being sunk in

Y eso que no la entiendo bien, porque el idioma de Danny Brown no es inglés sino otra cosa, mucho más directa y descarnada. Hay algo de místico en el hip-hop - aunque esto se acerque más al metal que al hip-hop -, un elemento de misterio que siempre se escapará al no-nativo. Me atrevería incluso a decir que se escapa no sólo al extranjero, sino al blanco en general, que es a su manera extranjero allá donde va, por estar en tantos sitios que ya ni se encuentra. Hay líneas crípticas, indescifrables para mí, aunque no por ello menos efectivas. Se podría decir que hasta disfruto de mi incapacidad de comprenderlo completamente. Le da un aire mágico a la experiencia, como cuando se formula un hechizo con palabras inventadas. Como cuando se invoca algo maligno con voz gutural. 

Cause you feel yourself crashing
Staring in the devil face
But ya can't stop laughing
Staring in the devil face
But ya can't stop laughing

Así conjura Danny Brown su propio sufrimiento en jeroglíficos escupidos y fascina al que escucha. Tanta oscuridad en tan pocas palabras. La expresión musical del sufrimiento suele seguir unos cánones bastante bien asentados: voces rotas, ritmos lentos, violines intensos, finales climáticos... Todas esas intensidades de cantautor. Aquí se revierten las expectativas del melodrama. Esta canción se ríe de los cantautores drogadictos en su cara. El suplicio interior se convierte en espectáculo y el espectáculo en negocio. La música de Danny Brown es su Gran Hermano del dolor particular y mientras lo vemos y nos cebamos de dolor convertido en nervio, nos recrimina que seamos partícipes de su mierda de vida. Está todo en esa frase: "mirando cara a cara al diablo, pero no puedes parar de reír". Es una risa frenética, incontrolable. Risa de Joker. Es una risa de tristeza que surge de entrañas descompuestas por el alcohol. De fondo suenan gaitas del infierno y lamentos de almas condenadas.









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